El otro día, mientras esperaba turno en la farmacia, escuché a una pareja discutir sobre si la pensión les llegaría para todo este año. Él decía que sí, que con la subida del IPC había caído algo más en la cuenta. Ella respondía que qué más daba, si luego la luz, el aceite y la hipoteca del hijo se comían cualquier mejora. Y ahí pensé: cuánta gente en España anda con la misma duda, sin saber exactamente qué está pasando con las pensiones.
Por eso hoy toca hablar sin rodeos, en cristiano, de las pensiones en España 2025. Nada de palabros políticos ni de titulares catastrofistas. Vamos a explicar qué significa realmente cobrar una pensión ahora mismo, qué cambios se han aprobado, qué es verdad y qué es puro mito de sobremesa.
Porque tener claro este tema es tan importante como cuidar la salud o mantener una buena vida social. Al final, de poco sirve hacer planes si no sabemos con qué cartera contamos. Y ya que en Jubilistos nos gusta verlo todo de forma práctica, también daremos alguna idea para organizarse mejor y disfrutar la jubilación sin miedo al futuro.
Eso sí: aquí no hay lugar para dramas. Informarse no es para asustarse, sino para ganar tranquilidad. Y como veremos, no todo es tan negro como lo pintan. Si quieres luego ampliar datos, el propio Ministerio de Inclusión y Seguridad Social publica la información actualizada, pero ya te adelanto que hoy lo vas a entender sin necesidad de diccionario.
Qué significa cobrar una pensión hoy en España
Cuando se habla de pensiones en España 2025 parece que todo el mundo da por hecho que sabemos distinguirlas. Pero la realidad es que la mayoría de nosotros lo único que sabemos es la cifra que llega a final de mes a la cuenta. Y poco más. Así que vamos a poner orden, en cristiano.
Lo primero: no todas las pensiones son iguales. La más común es la pensión contributiva, que se cobra en función de lo que uno ha trabajado y cotizado a la Seguridad Social durante su vida laboral. Dicho de otra manera, es como una hucha invisible donde cada mes se iba metiendo una parte de tu sueldo y que ahora se devuelve en forma de ingreso mensual. Claro, no es exactamente así de literal, porque el sistema es solidario: lo que cotizan los que trabajan hoy se usa para pagar a los jubilados actuales. Pero la idea sirve para entenderlo.
Luego están las pensiones no contributivas, pensadas para personas que no han podido cotizar lo suficiente pero necesitan un mínimo para vivir. Aquí ya no importa el historial laboral, sino la situación económica y personal. A nadie se le deja completamente desprotegido, aunque la cuantía suele ser bastante más baja que en las contributivas.
Y ojo con los complementos a mínimos. Esto pasa cuando la pensión calculada no llega a la cuantía mínima establecida por ley. Entonces, el Estado pone la diferencia para que todos los jubilados tengan, al menos, ese suelo garantizado. Por ejemplo, si alguien ha cotizado poco tiempo y le saldría una pensión de 600 euros, con complementos puede subir hasta la mínima (que en 2025 ronda los 783 euros en el caso de jubilados con cónyuge a cargo).
Lo curioso es que, aunque a veces se habla como si todos los jubilados cobraran lo mismo, la realidad es muy diversa. La pensión media de jubilación en España se sitúa ahora mismo cerca de los 1.425 euros mensuales, según datos de la Seguridad Social. Pero claro, esa es la media: hay quien cobra bastante más y quien apenas llega a los mínimos.
Aquí es donde se entiende la importancia de las cotizaciones pasadas. Muchos jubilados se sorprenden al ver que años en los que trabajaron en “B” o cotizaron poco cuentan mucho más de lo que pensaban. Esos huecos laborales o esas bases de cotización más bajas pesan como piedras en el cálculo final.
Por eso, antes de pensar en cuánto sube la pensión con el IPC o en si el sistema es sostenible, conviene empezar por lo básico: saber qué pensión se cobra, de dónde sale y cómo se calcula. Sin esa base, todo lo demás son conversaciones de bar que terminan en más lío que claridad.
Y si hablamos de organizar bien el dinero de la pensión, en Jubilistos ya hemos contado algunos trucos y consejos prácticos que ayudan a sacar más partido a cada euro. Porque al final, lo importante no es solo cuánto entra, sino cómo se gestiona lo que tenemos.
Cambios recientes en las pensiones (2023–2025)
Si algo nos tiene a todos mareados son los continuos cambios en las pensiones. Un día escuchas que suben, otro que se retrasan las jubilaciones, al siguiente que si los jóvenes no cobrarán nada. Vamos a ponerle luz a lo que ha cambiado de verdad en los últimos años, de 2023 a 2025.
Lo más comentado es la revalorización de las pensiones con el IPC. Dicho en llano: si la vida se encarece, la pensión también tiene que subir en la misma proporción. Esto significa que, cada enero, las pensiones se actualizan con la inflación del año anterior. No es un regalo, es un mecanismo para que el poder adquisitivo de los jubilados no se pierda en la subida de precios.
Un ejemplo práctico: si en 2024 alguien cobraba una pensión de 1.200 euros y el IPC cerró en un 3,8%, en 2025 esa pensión pasa automáticamente a unos 1.245 euros. No soluciona el problema del aceite de oliva a 9 euros, pero sí evita quedarse atrás mientras todo lo demás sube. Para comprobar la cifra exacta de inflación, siempre se puede consultar el INE, que es quien publica los datos oficiales.
Otro cambio importante está en la edad legal de jubilación. Aquí la cosa se va moviendo poco a poco: cada año se retrasa un par de meses para acercarse a los 67. En 2025, la edad para jubilarse con el 100% de la pensión está en 66 años y 6 meses, salvo que se hayan cotizado al menos 38 años, en cuyo caso se puede acceder antes. Este detalle es clave porque muchos piensan que “la jubilación sigue siendo a los 65”, y ya no es exactamente así.
También se han reforzado los mínimos. La pensión mínima para quienes tienen cónyuge a cargo ronda los 783 euros mensuales en 14 pagas en 2025, y algo menos si no hay cónyuge. Puede sonar justo, pero es un colchón importante para quienes no llegaron a cotizar suficiente.
En paralelo, se han endurecido algunos requisitos para jubilaciones anticipadas. La idea es que, salvo en casos especiales, se incentive seguir cotizando más tiempo para asegurar pensiones más altas y un sistema más estable. Esto puede sonar a “nos quitan derechos”, pero en realidad tiene que ver con que vivimos más años y las cuentas deben cuadrar.
Así que, en resumen: en estos años lo esencial ha sido la subida ligada al IPC, el retraso gradual de la edad de jubilación y la consolidación de los mínimos. Cambios que afectan directamente al bolsillo y que conviene tener muy presentes para hacer planes de futuro.
Los mitos que confunden en la calle
Hay frases sobre las pensiones que se repiten como mantras. Se oyen en el mercado, en el bar, en la cola del banco… y al final uno no sabe si reír o preocuparse. Vamos a coger tres de las más comunes y ver qué hay de cierto y qué es puro humo.
La primera: “Las pensiones desaparecerán”. Seguro que la has oído. Es verdad que el sistema tiene retos enormes, sobre todo porque cada vez hay más jubilados y menos jóvenes cotizando. Pero desaparecer, lo que se dice desaparecer, no. Mientras exista un Estado y unos presupuestos públicos, habrá pensiones. Lo que sí puede cambiar es la cuantía o las condiciones. Aquí entra la palabra mágica que usan los políticos: sostenibilidad del sistema. Significa básicamente que se buscan fórmulas para que siga funcionando, aunque haya que ajustar tornillos por el camino.
Segunda frase mítica: “El Estado no tiene dinero”. Bueno… lo cierto es que el dinero para las pensiones sale de las cotizaciones sociales y de los presupuestos del Estado. Si no hay suficiente con las aportaciones de los trabajadores, se tira de impuestos o del famoso Fondo de Reserva, la “hucha de las pensiones”. Es verdad que esa hucha se fue vaciando en los años de crisis, pero se está intentando reforzar otra vez. Así que no es que no haya dinero, es que se va redistribuyendo y ajustando según las necesidades.
Y la tercera, mi favorita: “A los jóvenes no les tocará nada”. Aquí hay que hacer un alto. Nadie sabe con certeza qué ocurrirá dentro de 30 años, pero lo más probable es que los jóvenes también cobren pensiones. Quizá distintas a las actuales, quizá más complementadas con planes privados o con otras fórmulas, pero no cero. Decir que no cobrarán nada es tan exagerado como decir que nunca más lloverá en Sevilla.
Estos mitos no son inocentes. Generan miedo, confusión y muchas veces enfrentan a generaciones. Como si los jubilados de hoy fueran culpables de que los jóvenes de mañana no cobren. Y eso no es cierto. El sistema se va adaptando, con reformas y ajustes, y lo que toca es estar informados para no dejarse llevar por titulares alarmistas.
En Jubilistos creemos que desmontar estas ideas es casi tan importante como aprender a gestionar la pensión que uno ya tiene. Porque vivir con miedo constante a que todo se hunda no ayuda a nadie. Y como ya vimos en nuestro artículo sobre preparar la jubilación activa, lo mejor es enfocarse en lo que sí está en nuestras manos.
Cómo organizarse con la pensión en la vida real
Entender lo que es una pensión está muy bien, pero lo que de verdad importa es cómo se vive con ella. Porque una cosa es ver la cifra en el extracto del banco y otra muy distinta estirarla durante el mes. Y ahí cada jubilado tiene su propia estrategia… o su propio dolor de cabeza.
Un buen amigo mío, Antonio, me contaba hace poco que cuando se jubiló siguió gastando como si aún trabajara. Comidas fuera, regalos a los nietos cada dos por tres, escapadas improvisadas. Hasta que un día se dio cuenta de que la cuenta corriente bajaba más rápido de lo que subía. Y entonces cambió el chip: se sentó con papel y boli y dividió su pensión en tres cajones. Uno para gastos fijos (luz, agua, comunidad, farmacia), otro para ocio y vida social (cine, cenas, viajes pequeños) y un tercero para imprevistos. Dice que desde que lo hace duerme mucho más tranquilo.
Esa es la clave: organizar la pensión no significa vivir con miedo ni volverse tacaño, sino saber a qué destinas cada euro. Y aquí no vale compararse con el vecino. Hay quien con 1.000 euros vive mejor que otro con 1.500 porque sabe priorizar y evitar fugas de dinero.
También ayuda pensar en positivo: la pensión no solo es para sobrevivir, sino para disfrutar. Si no reservamos nada para planes y vida social, la jubilación se convierte en una lista de facturas y pastillas. Y ya hemos hablado en otro artículo de lo importante que es mantener planes para la vida social para sentirse vivo de verdad.
Un truco sencillo que muchos Jubilistos usan es domiciliar los gastos fijos y dejar en la cuenta corriente solo lo que se va a gastar en el mes. Así, al mirar el saldo no hay sustos y uno sabe cuánto tiene disponible para disfrutar. Y para quien se maneje mejor con tecnología, incluso hay apps gratuitas que ayudan a controlar ingresos y gastos sin necesidad de ser un experto en informática.
En resumen: con la pensión, la clave está en el equilibrio. Pagar lo necesario, guardar un poco para imprevistos y, sobre todo, no olvidarse de vivir. Porque jubilarse no es aparcarse en casa, es tener por fin tiempo para disfrutar de lo que antes se quedaba pendiente.
El futuro inmediato: ¿qué esperar de las pensiones en España?
Si hay una palabra que se repite como un eco en todas las tertulias sobre jubilación es “sostenibilidad”. Los políticos la sueltan como quien lanza una piedra y se esconde, y los jubilados la escuchan con la misma cara que si les hablaran en chino mandarín. Pero, ¿qué significa de verdad eso de la sostenibilidad del sistema de pensiones?
En cristiano, se trata de que las cuentas cuadren. Hoy, los trabajadores en activo cotizan para pagar las pensiones de los jubilados. Si hay menos trabajadores y más jubilados, la balanza se complica. Así de sencillo. Y como cada vez vivimos más años, hay que asegurar que el sistema pueda aguantar ese tirón sin romperse.
¿Qué se está haciendo? Pues varias cosas. Por un lado, se están ajustando las edades de jubilación poco a poco, para que trabajemos más tiempo antes de retirarnos. Por otro, se han creado los Mecanismos de Equidad Intergeneracional, que básicamente son aportaciones extra que entran en la hucha de las pensiones pensando en el futuro. Y también se intenta incentivar que quien pueda y quiera siga trabajando más allá de la edad legal, ofreciendo pequeños “premios” en forma de pensión más alta.
¿Significa esto que el futuro es negro? No necesariamente. Más bien significa que habrá que adaptarse. Lo que es casi seguro es que las pensiones seguirán existiendo, aunque las fórmulas puedan variar: más años cotizados, más complementos privados, más ajustes entre generaciones. Lo importante es no caer en los titulares apocalípticos de “se acaban las pensiones”. Lo realista es pensar que el sistema seguirá, aunque distinto al que conocemos hoy.
Y aquí entra un punto importante: estar informado y no dejarse llevar por rumores. Quien sabe cómo funciona el sistema puede planificar mejor sus finanzas, organizarse y hasta valorar si le conviene tener algún complemento privado o seguir activo laboralmente después de los 65. No es resignación, es inteligencia práctica.
En la comunidad Jubilista tenemos claro que el futuro se lleva mejor en compañía. Igual que hablamos de trucos y consejos para la vida diaria o de cómo cuidar la salud y la energía, también merece la pena entender qué pasa con nuestras pensiones. Porque al final, lo que da tranquilidad no son las promesas políticas, sino tener claro el panorama y tomar decisiones conscientes.
Mensaje para los jubilistos
Después de dar tantas vueltas a cifras, reformas y palabros técnicos, conviene volver a lo esencial: las pensiones en España 2025 no son un misterio indescifrable. Sí, el sistema cambia, se ajusta y se llena de debates políticos, pero al final lo que importa es que cada mes llega ese ingreso que permite vivir, organizarse y, sobre todo, disfrutar de esta etapa de la vida.
La jubilación no debería vivirse con miedo constante al futuro, sino como una oportunidad de aprovechar el presente. Estar informados ayuda, porque quita el ruido de la cabeza y da tranquilidad. Y aquí entra en juego algo que en Jubilistos repetimos siempre: no se trata solo de números, sino de comunidad. De compartir experiencias, de aprender de otros y de apoyarse para que cada etapa tenga calidad y alegría.
Puede que no podamos controlar las reformas que vienen desde arriba, pero sí podemos decidir cómo vivimos con lo que tenemos. Y créeme, se vive mucho mejor cuando, además de mirar la cartilla, uno se reserva tiempo para una cena con amigos, un viaje con el Imserso o una tarde de risas con los nietos. Eso también forma parte del valor real de una pensión: la posibilidad de estar presentes, activos y conectados.
Por eso, si este tema te interesa y quieres seguir al día sin mareos, te animo a apuntarte a la newsletter Jubilista. Cada semana resumimos lo importante —si suben las pensiones, si hay cambios en la edad de jubilación o si abren las inscripciones de un viaje— y lo mezclamos con lo divertido, lo cercano y lo que arranca una sonrisa. Nada de tecnicismos ni de titulares engañosos: solo lo que de verdad afecta a nuestra vida.
Al fin y al cabo, entender las pensiones no es cuestión de economistas. Es cuestión de personas. Y en eso, aquí, estamos juntos.
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