Edad de jubilación en España 2025: requisitos, años cotizados y opciones

En España hay una fecha que pesa casi tanto como un cumpleaños: la de la jubilación. Cada año corren rumores distintos. Que si ahora sube, que si hay que trabajar hasta los 67, que si con 37 años cotizados te libras… Lo escuchamos en el bar, en las noticias y hasta en la frutería, pero rara vez alguien lo tiene del todo claro.

Lo cierto es que la edad legal cambia poco a poco, como quien estira un chicle. Y en 2025 nos encontramos en ese punto intermedio en el que conviven dos realidades: quienes cumplen ciertos requisitos pueden jubilarse a los 65, mientras que al resto les toca esperar un poco más. La trampa está en los matices, y ahí es donde empiezan los malentendidos.

La edad legal de jubilación en 2025: 65 o 66 años y medio

En 2025 la cosa funciona así: jubilarse a los 65 años solo es posible si se han cotizado al menos 38 años completos. Ni un trimestre menos. Si no se llega a esa cifra, la edad se retrasa hasta los 66 años y 6 meses. Esa es la edad legal, y conviene grabársela porque de ahí parten todos los cálculos.

Pongamos ejemplos para no perdernos:

Quien empezó a trabajar joven, con 20 años, y ha cotizado sin apenas parones, puede llegar a los 65 sin problema. Pero alguien que encadenó contratos temporales, estuvo una temporada en paro o dejó de cotizar unos años para cuidar de la familia, probablemente no sume los 38 años en 2025 y tendrá que esperar a los 66 y medio.

Esto explica esas charlas de bar en las que dos personas con la misma edad discuten: uno se jubila el año que viene y el otro aún debe aguantar dos más. La diferencia no está en la fecha de nacimiento, sino en los años que la Seguridad Social reconoce como cotizados.

Jubilación anticipada en 2025: opciones y recortes

A muchos les ronda la misma idea: “ojalá poder dejarlo antes”. Y sí, existe la posibilidad de jubilarse de forma anticipada en 2025, pero no sale gratis. Se puede adelantar la jubilación hasta dos años antes de la edad legal de manera voluntaria, siempre que se tengan al menos 35 años cotizados.

Ahora bien, cada mes de adelanto implica un recorte en la pensión. El porcentaje exacto depende de los años cotizados, pero en números fáciles: cuanto menos se haya aportado, más dura es la rebaja. Por ejemplo, alguien con 38 años cotizados que se jubile 24 meses antes puede perder alrededor de un 15 % de pensión. En cambio, quien se acerque a los 40 años cotizados sufrirá un recorte menor, aunque igualmente significativo.

También está la jubilación anticipada forzosa, pensada para quienes pierden el empleo en la recta final de su carrera y no consiguen recolocarse. En ese caso se puede adelantar hasta cuatro años respecto a la edad legal, pero con condiciones estrictas: hay que haber cotizado al menos 33 años, estar inscrito como demandante de empleo y que la salida del trabajo no haya sido voluntaria.

La realidad es que este tipo de jubilación suele ser un arma de doble filo. Por un lado, da aire a quienes ya no pueden o no quieren seguir en el mercado laboral. Pero por otro, el recorte mensual se nota y mucho en la pensión. Y aquí entra en juego el eterno debate: ¿vale la pena cobrar menos durante más tiempo o esperar un par de años y tener una pensión más alta de por vida?

La Seguridad Social ofrece simuladores online, aunque no siempre son intuitivos. Lo más práctico es hacer el cálculo con ejemplos claros. Imaginemos a alguien de 63 años con 37 cotizados: puede jubilarse de forma voluntaria ese mismo año, pero perderá una parte de su pensión. Si aguanta hasta los 65 y suma algún año más de cotización, la pensión se recalcula al alza. Esa diferencia, con el paso de los años, puede suponer decenas de miles de euros menos en el bolsillo.

Por eso conviene pensarlo bien, hacer números y, si hace falta, pedir cita en la Seguridad Social para revisar el historial de cotizaciones. Decidir jubilarse antes no debería ser fruto del cansancio del último mes en el trabajo, sino de un plan meditado.

Cómo planificar bien la jubilación en España

La edad y los años cotizados son la base, pero no lo son todo. Llegar a la jubilación con tranquilidad depende también de la preparación previa. Y aquí es donde muchos tropiezan: se enteran de las reglas el mismo mes que cumplen 64, cuando ya apenas hay margen de maniobra.

Lo primero es revisar la vida laboral. Parece obvio, pero todavía hay quien no la pide nunca. En ese documento aparecen los días exactos cotizados y, con ellos, se puede calcular si se llegará a los 65 o habrá que esperar hasta los 66 y medio. Más de uno se lleva sorpresas: trabajos antiguos que no figuran, cotizaciones que no cuadran o periodos que pensaba tener y que la Seguridad Social no reconoce. Cuanto antes se detecte un fallo, más fácil es reclamarlo.

Después conviene probar el simulador de la Seguridad Social (Tu Seguridad Social). No es la web más bonita del mundo, pero da una estimación bastante ajustada de lo que se cobrará según la fecha de jubilación elegida. Así se pueden comparar escenarios: jubilarse dos años antes con recorte, esperar hasta la edad legal, o incluso alargar unos meses más para subir la pensión.

Otro punto clave es el de los ingresos extra. Aquí no hablamos de fórmulas mágicas ni de especulación, sino de pequeños apoyos que complementan la pensión. Un piso alquilado, un trabajo parcial compatible, o incluso ingresos sencillos como vender por Wallapop o colaborar en algo que apetezca hacer. En Jubilistos ya hemos hablado de cómo generar ingresos extra legales sin complicarse, y en esta etapa cobra aún más sentido.

También hay que mirar la fiscalidad. Muchos se jubilan pensando solo en lo que cobrarán, y luego se llevan un susto con la declaración de la renta. La pensión tributa como un salario, y si se tienen otros ingresos (un alquiler, por ejemplo), el tipo impositivo puede subir. Anticiparse con un buen plan evita disgustos.

Y, por último, está lo que no sale en ninguna calculadora: la organización personal. Preparar la jubilación no es solo un tema de números, también de rutina. Quien llega con hobbies, amistades y un plan de vida suele adaptarse mucho mejor que quien piensa que jubilarse es simplemente dejar de trabajar. En eso, la experiencia de muchos Jubilistos lo deja claro: la clave no es solo cuánto se cobra, sino cómo se vive.

Mirando al futuro: jubilarse con cabeza y con ganas

La jubilación no es un muro contra el que chocar, es una etapa que se puede preparar para que juegue a favor. Si entendemos bien las reglas, evitamos sustos y podemos decidir con libertad: adelantar un poco la salida, esperar para mejorar la pensión o incluso combinarla con otras actividades que den vida y algo de ingresos extra.

No se trata solo de saber si toca a los 65 o a los 66 y medio, sino de llegar con las cuentas claras y la mente tranquila. Y, sobre todo, con la idea de que jubilarse no significa quedarse quieto. Al contrario: es el momento de cuidar la salud, organizar las finanzas y darle espacio a lo que de verdad importa.

En Jubilistos tenemos claro que no estamos solos en esto. Compartir dudas, trucos y aprendizajes nos ahorra tiempo y disgustos. Así que, si este artículo te ha servido, compártelo con quien ande dándole vueltas a su edad de jubilación. Y si quieres seguir recibiendo ideas prácticas en cristiano, apúntate a la newsletter de Jubilistos.

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