Durante años, la palabra Imserso se ha asociado a viajes de jubilados que matan el tiempo entre partidas de bingo y meriendas con magdalenas. Una etiqueta injusta para un programa que, bien aprovechado, es una de las mejores herramientas de envejecimiento activo que existen en España.
El turismo social nació con una idea clara: ofrecer a las personas mayores la posibilidad de seguir disfrutando del ocio, el descanso y la cultura, a precios accesibles. Pero detrás de esa intención hay mucho más que descuentos. Hay una invitación a seguir explorando el mundo con curiosidad, sin importar los años del DNI.
Hoy, viajar con el Imserso puede ser tan estimulante como una escapada de juventud. Solo hay que cambiar el enfoque: no es un viaje para viejos, es una forma de seguir viviendo con energía, compañía y sentido del humor.
Tabla de contenidos
1. El mito del Imserso “para mayores”
Hay quien escucha “viaje del Imserso” y ya imagina un hotel de playa lleno de sombreros de ala ancha, colas en el comedor y bailes de salón con orquesta de teclado.
Esa imagen, sin embargo, pertenece a otra época.
La realidad actual es muy distinta. Cada año, más de 800.000 personas viajan con el programa de turismo social. Y no, no lo hacen por aburrimiento. Muchos lo hacen porque quieren seguir conociendo lugares, hacer nuevos amigos o simplemente romper la rutina.
El error está en la etiqueta. En España seguimos asociando la jubilación con el final de algo, cuando en realidad es el principio de una nueva etapa: la de poder elegir cómo vivir.
El Imserso no es un premio de consolación, sino una palanca para mantener el cuerpo y la mente en marcha.
De hecho, la OMS considera el turismo activo una de las formas más efectivas de promover la salud física, mental y emocional en personas mayores. Y lo curioso es que muchos lo descubren sin proponérselo: vuelven del viaje más animados, más sociables y con la cabeza llena de ideas.
2. Por qué el Imserso rejuvenece (aunque no lo diga la publicidad)
El cuerpo se oxida menos cuando se mueve, y la mente también.
Quien viaja rompe rutinas, despierta sentidos, aprende, se adapta y conversa. Todo eso genera dopamina, serotonina y recuerdos nuevos: justo lo que mantiene a raya la sensación de “estar viejo”.
Y el Imserso, sin pretenderlo, está diseñado para eso.
Los viajes incluyen actividades culturales, visitas guiadas, entornos naturales y convivencia. Lo que a primera vista parece un paquete turístico modesto, en realidad es un cóctel de estímulos que combate la soledad, mejora el ánimo y mantiene la cabeza activa.
En palabras de un informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales, los beneficiarios del programa muestran un incremento notable en bienestar emocional y salud percibida tras participar en actividades turísticas.
Traducido: viajar sienta bien al cuerpo, y mejor aún al alma.
Además, el Imserso no exige juventud, sino actitud. Hay quien cumple 70 con más energía que otro a los 40. Lo importante no es la edad del pasaporte, sino las ganas de seguir haciendo planes.
3. Qué ofrece realmente el programa
Más allá del estereotipo, el Imserso es un sistema bien organizado de turismo social subvencionado por el Estado, destinado a personas jubiladas, pensionistas o mayores de 65 años.
Permite viajar a precios reducidos, gracias a un modelo que combina fondos públicos con acuerdos hoteleros y de transporte.
Los tipos de viajes se dividen en cuatro grandes modalidades:
- Costa peninsular: la opción más popular. Playas de Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana o Cataluña. Sol, paseos, mar y ocio sin excesos.
- Costa insular: Canarias y Baleares, con estancias algo más largas y vuelos incluidos. Ideales para quienes buscan clima suave y desconexión.
- Circuitos culturales y de naturaleza: rutas por ciudades históricas, parques naturales, patrimonio rural o enclaves gastronómicos. Perfectos para quienes prefieren movimiento y descubrimiento.
- Capitales de provincia y escapadas: viajes más breves, centrados en turismo urbano y cultural, con visitas guiadas y vida social activa.
Cada uno tiene su público. Lo importante no es cuál elijas, sino cómo lo vivas.
Viajar con el Imserso no es solo descansar: es compartir experiencias, redescubrir paisajes del propio país y recordar que el placer de viajar no caduca.
4. Cómo disfrutarlo sin sentirse mayor
Hay una diferencia enorme entre viajar “como jubilado” y viajar “siendo jubilado”.
El truco está en la mirada.
a) Romper el cliché.
No hace falta encajar en la foto clásica del turista mayor. Se puede leer en la playa, caminar por el paseo marítimo o improvisar una partida de cartas con desconocidos. Lo importante es mantener curiosidad, no postureo.
b) Hacer amigos nuevos.
El Imserso tiene un valor oculto: la convivencia.
Muchos viajan solos y vuelven con grupos de amigos, contactos y recuerdos compartidos.
Hablar, reírse y conectar con otros mantiene viva la sensación de pertenencia, uno de los mayores protectores frente a la soledad.
c) Elegir experiencias, no comodidades.
A veces lo mejor no está en el hotel, sino fuera. En una charla con un guía local, en una comida improvisada o en un paseo por un pueblo que no salía en el folleto.
La comodidad está bien, pero la experiencia deja huella.
d) Cuidar la energía.
El turismo activo no es una maratón. Hay que saber dosificarse: descansar, hidratarse, comer bien y moverse lo suficiente para mantener el cuerpo en marcha.
Disfrutar no es agotarse, es sentir que cada día cuenta.
e) Viajar con mente abierta.
Las diferencias de edad, carácter o costumbres pueden ser parte del encanto. En lugar de compararse, conviene observar, aprender y dejarse sorprender. El viaje del Imserso es, en cierto modo, un espejo amable del país entero.
5. Pequeños trucos para aprovecharlo mejor
1. Reservar a tiempo.
Las plazas se agotan rápido. Lo ideal es inscribirse en el programa con antelación y estar atento a la carta de acreditación del Imserso.
2. Consultar destinos alternativos.
No todo es playa. Algunos circuitos rurales o culturales tienen menos demanda y ofrecen experiencias únicas.
3. Informarse bien del alojamiento.
El nivel de los hoteles ha mejorado mucho, pero conviene leer reseñas recientes y revisar la ubicación.
4. Llevar actitud flexible.
El clima, los horarios o el menú pueden no ser perfectos. Lo que marca la diferencia es la disposición a disfrutar.
5. Incluir algo nuevo.
Cada viaje puede ser una oportunidad para aprender: una clase de baile, una cata de vino o una excursión fotográfica. Lo que alimenta la juventud no es la edad, es la curiosidad.
6. El Imserso y la salud emocional
El turismo social no solo tiene impacto económico: también reduce la depresión y el aislamiento entre las personas mayores.
Varios estudios de la Universidad de Málaga y el propio Imserso han señalado que quienes participan en este tipo de programas presentan niveles más altos de satisfacción vital y bienestar general.
El viaje, por tanto, funciona como terapia:
- Física, porque implica movimiento y exposición al aire libre.
- Cognitiva, porque exige planificar, orientarse, recordar y aprender.
- Emocional, porque fomenta la risa, la amistad y la sensación de utilidad.
El resultado no es una huida del envejecimiento, sino una forma inteligente de convivir con él sin rendirse.
Y quizá por eso muchos repiten cada año: no porque sea barato, sino porque rejuvenece.
7. El futuro del Imserso: hacia un turismo más activo y sostenible
El programa se ha ido modernizando con los años.
Ya permite viajar con mascotas en determinados destinos, incluye opciones de turismo rural y está empezando a incorporar rutas de bienestar (balnearios, naturaleza, senderismo ligero…).
Esa evolución encaja con una nueva generación de jubilados que no se resigna al sofá ni al discurso del “ya no puedo”.
Cada vez hay más mayores que hacen deporte, aprenden idiomas, usan redes sociales o montan proyectos personales. Y el turismo social tiene que adaptarse a ellos: menos paternalismo, más experiencias.
Los próximos años traerán mejoras en sostenibilidad, digitalización y accesibilidad. Pero el cambio más importante será mental: dejar de ver el envejecimiento como una renuncia y empezar a verlo como una oportunidad de movimiento.
8. Envejecer sin rendirse: la verdadera filosofía del Imserso
El Imserso no es un viaje de jubilación.
Es un recordatorio de que seguir vivo significa seguir curioso.
Quien se apunta no busca rellenar el calendario, busca seguir escribiendo su historia, aunque sea con mochila de mano y protector solar en la guantera.
Y eso tiene un valor enorme.
En un mundo que idolatra la juventud, viajar con el Imserso es un acto silencioso de rebeldía: una forma de decir “no me bajo todavía de la vida”.
Porque disfrutar no tiene fecha de caducidad.
Y si el cuerpo pide descanso, el alma sigue pidiendo paisaje.
FAQs sobre el Imserso
¿Quién puede apuntarse al Imserso?
Pensionistas de jubilación, viudedad u otros conceptos; mayores de 65 años; o personas prejubiladas que cumplan los requisitos del programa.
¿Cuánto cuestan los viajes del Imserso?
Depende del destino y la duración. En 2025, las estancias cortas en capitales rondan los 130 €, y las de 10 días en Canarias pueden alcanzar los 570 €, transporte incluido.
¿Qué incluye el programa?
Alojamiento en pensión completa, transporte de ida y vuelta, seguros médicos básicos, animación sociocultural y excursiones opcionales.
¿Puedo viajar con mi pareja o amigos?
Sí. Es posible solicitar plaza conjunta o en grupo, siempre que todos los integrantes estén acreditados por el programa.
¿Hay viajes adaptados para personas con movilidad reducida?
Sí, el Imserso ofrece plazas específicas y alojamiento adaptado. Conviene solicitarlo en el momento de la reserva.
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