Suplementos alimenticios en mayores: lo que sí funciona

La farmacia ya no es la de antes. Antes ibas con la receta del médico y salías con lo justo. Hoy entras a por un ibuprofeno y te ofrecen colágeno “para las rodillas”, vitamina C “para la energía” y hasta unas pastillas que prometen dormir como un tronco sin roncar. Sales con la bolsa llena y 70 euros menos en la cartera. Y lo peor: sin saber si realmente lo necesitas o si acabas de pagar por el enésimo cuento de hadas en cápsulas.

En ese punto, muchos pensamos lo mismo: ¿de verdad los suplementos alimenticios son útiles a nuestra edad… o son solo otra forma elegante de sacarnos los cuartos?

El cuerpo cambia, la despensa también

A los veinte desayunabas churros con café y ni una queja. A los cincuenta te dabas algún lujo y lo compensabas con un paseo largo. A partir de los sesenta, la historia es distinta: comes menos porque no tienes tanto apetito, absorbes peor lo que comes y encima el médico empieza a soltarte frases como “tiene usted déficit de vitamina D” o “ojo con el calcio”.

Imagina a Antonio, que siempre se ha cuidado más o menos, sin excesos. Hace unos meses le dijeron que tenía el calcio bajo y que había perdido masa muscular. Él protestaba: “pero si yo como de todo”. Y sí, come de todo… pero en menos cantidad y con un cuerpo que ya no aprovecha igual los nutrientes. Resultado: huesos más frágiles, menos energía y esa sensación de cansancio que él atribuía a “la edad”.

El conflicto está claro: creemos que seguimos alimentándonos bien, pero el cuerpo cambia las reglas del juego. Y ahí es donde aparece la duda: ¿toca reforzar con suplementos o resignarse al desgaste natural?

Lo que funciona y lo que no

No todos los suplementos son iguales. Algunos tienen evidencia seria detrás; otros solo tienen campañas publicitarias con gente en chándal sonriendo demasiado.

Vitamina D. Es la campeona absoluta. La mayoría de personas mayores en España la tienen por los suelos, porque pasamos menos tiempo al sol o lo tomamos con protección solar (bien por la piel, mal para fabricar vitamina D). Una pastilla al día, prescrita por el médico, puede reducir fracturas, mejorar músculos y hasta el ánimo.

Calcio. No vale solo con los lácteos. Muchas mujeres después de la menopausia no llegan al mínimo recomendado. Eso sí, exceso de calcio puede dar problemas de riñón, así que lo sensato es medir y no tomarlo a lo loco.

Vitamina B12. Aquí pasa algo curioso: se absorbe peor con la edad. Su déficit da síntomas muy traicioneros: cansancio, hormigueos, olvidos. Gente que cree que “se está haciendo mayor” y en realidad solo necesita un suplemento de B12.

Omega 3. Si comes poco pescado azul, aquí puede haber una ayuda para el corazón y el cerebro. No te va a convertir en Einstein, pero sí contribuye a engrasar el motor.

Proteína en polvo. Sí, proteína. No es solo para culturistas. Un batido puede ser útil si comes poco o has perdido masa muscular. No para sacar bíceps, sino para poder levantarte del sofá sin bufar.

Y luego está el escaparate de moda: colágeno, cúrcuma, melatonina, “antioxidantes milagrosos”. Algunos tienen estudios prometedores, otros son puro humo. Pero ninguno hace magia. La regla es simple: si algo promete parecerse a la fuente de la eterna juventud… desconfía.

Cerrar el círculo

Los suplementos no son un pase VIP a la juventud eterna. Pero usados con cabeza, pueden marcar la diferencia entre caerse por falta de vitamina D o seguir caminando con seguridad; entre un cansancio “misterioso” y descubrir que faltaba B12.

La clave no está en llenar el armario de botes, sino en saber qué necesita de verdad tu cuerpo y reforzarlo lo justo. Y eso se descubre con una analítica y un médico que no te venda humo. Menos moda y más sentido común.

En Jubilistos lo decimos claro: esto no va de milagros, va de sumar energía y restar achaques para seguir disfrutando. Y mejor hacerlo en compañía, compartiendo lo que funciona y lo que no.

Prueba algo sencillo: la próxima vez que tengas revisión, pide que te miren vitamina D y B12. Puede que ahí esté la chispa que te falta para sentirte mejor.


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